Información del Tiburón Blanco, Características y Más

Al Tiburón Blanco se le considera como el pez depredador de mayor tamaño del mundo. Cuenta con una asombrosa capacidad de adaptarse, la cual le confiere importantes ventajas a la hora de alimentarse. Pese a su imponente presencia, es mucho más de temer en nuestra imaginación que en la realidad, ya que su imagen como feroz máquina de matar no es tal. Entérate aquí de toda la Información del Tiburón Blanco.

Informacion del tiburon blanco

Información del Tiburón Blanco

El tiburón blanco pertenece a aquella clase de vertebrados acuáticos denominados condrictios (Chondrichthyes, del griego khóndros, «cartílago» y ikhthýs, «pez») o peces cartilaginosos, cuyo esqueleto está constituido por cartílagos en lugar de huesos. Habita en las aguas cálidas y templadas de la mayor parte de los océanos. Esta especie es la única del género Carcharodon que ha sobrevivido hasta hoy día, y a nivel global se le califica como Vulnerable de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y en México se estima como Amenazada.

Taxonomía

Carcharodon Carcharias fue la identificación científica con la que fue inicialmente catalogado por Carlos Linneo en 1758. Fue en 1833 cuando Andrew Smith le otorgó el nombre genérico Carcharodon, y en 1873 dicho nombre fue igualado con lo denotado por Linnaeus y como se denomina científicamente en la actualidad, Carcharodon carcharias. El vocablo Carcharodon proviene de los términos griegos karcharías, ‘agudo’ o ‘dentado’, y  odous, que quiere decir ‘diente’.

El tiburón blanco igualmente es parte de la clase Chondrichthyes, la cual es uno de las razas de vertebrados de mayor antigüedad que se remontan a más de cuatrocientos millones de años. Los tiburones, particularmente, son parte del aproximadamente 45% de las variedades que se conocen de Elasmobranchii, entre las cuales se incluyen  numerosos carnívoros oceánicos de nivel mediano y superior.​

Ascendencia y Registro Fósil

El gran tiburón blanco se remonta a los tiempos del Mioceno, donde sus fósiles de mayor antigüedad son de unos dieciséis millones de años atrás aproximadamente.​ No obstante el desarrollo evolutivo del gran tiburón blanco sigue estando sometido a polémicas. Como parte de la teoría original acerca de los orígenes del tiburón blanco se señala que tenía un antepasado común con un tiburón prehistórico, parecido al megalodon.

Las semejanzas entre los restos fósiles y el gran tamaño de ambos condujo a numerosos científicos a considerar que tales especies estaban estrechamente vinculadas, siendo asignada a este ultimo la denominación Carcharodon megalodon. No obstante, una nueva conjetura supone que C. megalodon y el tiburón blanco son parientes distantes (compartiendo igualmente la familia Lamnidae).

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El enorme tiburón blanco asimismo está mucho más vinculado con una antigua variedad de tiburón, el tiburón mako, que con el C. megalodon, una tesis que parece estar sustentada por el hallazgo de un conjunto intacto de mandíbulas con 222 dientes y las 45 vértebras de Carcharodon hubbelli en 1988, y que fue hecho público el 14 de noviembre de 2012.​ Adicionalmente, recientes hipótesis asocian C. megalodon al género Carcharocles, del cual igualmente forman parte otros tiburones como Megalodon. Otodus obliquus es el representante de mayor antigüedad del desaparecido género Carcharocles.​

Nombre Común

A esta especie se le asignan distintos nombres según las áreas donde se encuentra distribuida. En español, usualmente se le conoce como tiburón blanco y gran tiburón blanco (esta última tomada de como se les denomina en inglés, great white shark). Lo de «blanco» es debido a que a ciertos ejemplares viejos, con el avance de los años, se les ha aclarado el tono negruzco de su dorso para devenir en un gris claro, lo cual unido a lo blancuzco del vientre les hace lucir como blancos. Y dada su naturaleza de escualos continúan creciendo toda su vida, y mientras más viejos más grandes; de allí lo de «gran blanco».

En España, desde el medioevo tradicionalmente se le ha llamado como jaquetón (aumentativo de jaque, amenaza), denominación que en unión a diferentes adjetivos se le otorga igualmente a numerosas otras variedades de la familia Carcharhinidae. Se conoce asimismo el nombre jaquetón blanco, proveniente de la unión entre el nombre previo y el de tiburón blanco, de mayor popularidad hoy en día. El apelativo de marrajo, como se le alude en ocasiones, puede conducir a confusiones con otras variedades de tiburones.

Evolución

Se considera que el tiburón blanco surgió en el planeta a lo largo del Mioceno,​ conformándose como el fósil de mayor antigüedad hallado con cerca de unos 16 millones de años.​ De acuerdo a los biólogos tiene como ancestro al Carcharodon megalodon, un colosal tiburón prehistórico. No obstante, otros investigadores estiman que, pese a la innegables pertenencia de los dos al orden de los Lamniformes, el tiburón blanco ciertamente guarda mayor  parentesco con el mako, del género Isurus.

De acuerdo a los paleontólogos Shelton Applegate, Maisey John, Robert Purdy y el biólogo Leonard Compagno, el megalodón y el gran tiburón blanco proceden del Cretolamna carcharodon, y por ende han de ser estimados como integrantes tanto del mismo género, Carcharodon, como de la misma familia, Lamnidae. Cappetta Henri, John Long, Mikael Siverson, y David Ward, de su lado, determinaron que el tiburón blanco proviene de una línea distinta a la de Megalodon, que a su vez procede de Cretolamna y Otodus, dos tiburones prehistóricos ya desaparecidos.

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Igualmente existen estudiosos que piensan que desciende del Carcharodon orientalis, que se considera que era parte de un eslabón perdido de la evolución. La semejanza entre los dientes del megalodon y el tiburón blanco evidencian la confluencia evolutiva entre los dos, pero no una vinculación genética directa. No obstante, los investigadores aún hoy discuten el origen exacto del tiburón blanco. En las costas del sudeste argentino (Miramar, Mar del Sud) se han conseguido residuos fósiles de Carcharodon merced a la colaboración de turistas y pescadores deportivos.​

Características Generales

A los tiburones blancos se les reconoce por su cuerpo alargado y muy fornido, a diferencia de las figuras aplastadas que usualmente presentan otros tiburones. El morro es como un cono, corto y abultado. La boca, de gran tamaño y de forma redonda, similar a un arco. La mantiene continuamente entreabierta, permitiendo ver al menos una línea de dientes de la mandíbula superior y una o dos de la de abajo, entretanto el agua ingresa en ella y emerge constantemente por las branquias.

De llegarse a detener este flujo, el tiburón se ahogaría ya que carece de opérculos para regular el paso correcto del agua, y se iría al fondo del mar, ya que al no contar con vejiga natatoria se ve obligado a estar en constante movimiento para evitar que ello ocurra. Al momento de atacar, las fauces se abren de tal manera que la forma de la cabeza se desfigura al proyectarse la mandíbula, y se cierran posteriormente con una fuerza que supera en 300 veces a la de una mandíbula del hombre (12-24 toneladas).

Los dientes son enormes, con sierras, en forma de triángulos y muy amplios. En contraste a los otros tiburones, no existe separación entre sus dientes ni reducción de ninguno de ellos, sino que toda su quijada está dotada de dientes alineados y asimismo con la capacidad de agarrar, cortar y desgarrar. En la parte posterior de las dos líneas de dientes principales, los tiburones blancos cuentan con dos o tres más en constante crecimiento que reemplazan la continua caída de dientes con otros nuevos y se van sustituyendo por nuevas líneas a través de los años.

El asiento del diente no cuenta con raíz y se halla bifurcado, otorgándole una aspecto inconfundible similar a una punta de flecha. Los agujeros nasales (narinas) no son muy amplios, entretanto que los ojos son menudos, circulares y totalmente negros. A sus lados se ubican cinco aberturas branquiales, dos aletas pectorales bien desarrolladas y en forma de triangulo y otro par, próximo a la aleta caudal, mucho más diminutas.

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La caudal se encuentra muy desarrollada, así como la gran aleta dorsal de su lomo, de manera distintiva para quien la observe. Otro par de aletas pequeñas (segunda dorsal y anal) en las cercanías de la cola, vienen a completar el físico de este animal. Pese a su denominación, el jaquetón únicamente es blanco en su parte ventral, entretanto que la dorsal es gris o azulada.

Este patrón, frecuente en numerosos animales marinos, es de utilidad para confundirse con la luz del sol (en caso de observarse desde abajo) o con las sombrías aguas marinas (en caso de verse desde arriba), conformando un camuflaje tan sencillo como eficaz. La punta de la parte ventral de las aletas escapulares y el área de las axilas se muestran teñidas de negro. La piel, muy rugosa, está compuesta de rígidas escamas denominadas dentículos dérmicos por su forma aguzada.

Sin embargo, el nombre de «tiburón blanco» podría tener sentido en el caso de contemplarse ejemplares albinos de esta variedad, que, pese a que son muy raros, los hay. En 1996 se pudo pescar en las costas de El Cabo Oriental (Sudáfrica) una hembra juvenil de solo 145 centímetros que presentaba dicha curiosa característica.

Sentidos

Los receptores nerviosos del extremo frontal, antes referidos, perciben hasta las más mínima vibración que llegue a ocurrir en el agua y conducen al animal hasta la probable presa que esté provocando dicha perturbación. Otras terminaciones (que se conocen como ampollas de Lorenzini, unas células especializadas que se parecen a diminutas «botellas») localizadas alrededor de los agujeros nasales le posibilitan detectar campos eléctricos de frecuencia variable que posiblemente utilice para guiarse en sus migraciones por prolongadas distancias.

Además de todo lo anterior, su olfato es tan poderoso que puede detectar la existencia de un par de moléculas de sangre entre un millón de moléculas de agua desde distancias kilométricas, lo cual atrae su atención a la par que se torna mucho más violento. Adicionalmente, tienen la capacidad de diferenciar entre las distintas concentraciones en las que se puede conseguir una partícula de olor específica, lo que les posibilita orientarse mejor hacia el alimento.

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Generalmente, las especies que cuentan con un sentido del olfato de gran agudeza poseen abundantes locus o loci para genes del receptor olfatorio OF. Merced a su gran capacidad para reconocer olores, eso era lo que se esperaba cuando se llegó a secuenciar su genoma, sin embargo, eso no fue lo que ocurrió. Dado lo anterior, se ha sugerido que en vez de lo señalado, cuenten con secuencias muy preservadas (de selección positiva por la evolución) o enriquecidas, de genes vinculados con la detección de olores, o que haya una familia de genes optativos que desempeñen un rol de importancia en esta función.

El órgano vomeronasal es una estructura de recepción olfativa coadyuvante al sentido del olfato que se encuentra en ciertos vertebrados. Mediante el secuenciado del ADN del tiburón blanco se ha determinado que cuentan con 14 genes para el receptor vomeronasal, lo que cumple con la tesis del enriquecimiento génico, lo que señala una mayor regularización del proceso. De forma adicional se ha conseguido una secuencia génica preservada cuya finalidad seria compensar las pocas secuencias del gen OF.

La proteína Bbs5 es una molécula vinculada con la estructura del Cilio celular. Imperfecciones en esta proteína han sido reseñadas en el Síndrome de Bardet-Biedl que, entre otras cosas, puede ocasionar insuficiencias en el reconocimiento de olores o anosmia. En el tiburón blanco se ha podido observar que la secuencia de la citada proteína se halla muy conservada, pudiendo constituirse como otra táctica para el desarrollo de una penetrante detección de olores.

El sentido de la vista igualmente lo tiene bien desarrollado y desempeña un rol muy importante a la hora del acercamiento final a la presa y su particular patrón de acecho y ataque por debajo de la misma. La vista del Tiburón Blanco es totalmente verde, con sus ojos viendo hacia los lados, y no pueden ver hacia el frente en forma recta como los humanos.

Tamaño

El largo con que más frecuentemente cuentan los tiburones blancos adultos es de 5 a 7,5 metros (donde las hembras son mayores que los machos), pese a que se han referido casos de ejemplares excepcionales que superaban con amplitud dichas medidas. Hoy en día no se puede afirmar cuál es verdaderamente el mayor tamaño de esta especie, lo cual se ha visto reforzado por la existencia de documentos antiguos y de poco fiar acerca de animales realmente colosales. Algunos de estos casos se estudian en el libro The Great White Shark (1991), de Richard Ellis y John E. McCosker, ambos de gran experiencia en tiburones.

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Por décadas, numerosos textos de referencia en la disciplina de la ictiología, así como el Libro Guinness de récords mundiales, reseñaron a dos tiburones blancos como los de mayor tamaño jamás atrapados. Uno de los cuales era un ejemplar de 9 metros presuntamente capturado en aguas al sur de Australia, en las cercanías de Port Fairy, en los años de 1870 y el otro era un individuo de 11,3 metros que resultó atrapado en una red para arenques en Nuevo Brunswick, Canadá por los años 1930.

Teniendo como referencias a estas longitudes máximas, las observaciones de tiburones blancos de 7 a 10 metros de largo se consideraban hasta cierto punto frecuentes y admitidas sin mayor polémica. No obstante, varios estudiosos dudaron de la fiabilidad del reporte de Port Fairy, destacando la enorme diferencia de tamaño entre este ejemplar y cualquiera de los otros tiburones blancos atrapados.

Un siglo tras su captura, se analizaron las mandíbulas del animal, aún preservadas, lográndose precisar que su genuino tamaño corporal era de unos 6 metros de longitud. La confusión pudo ser resultado de un error tipográfico, una falla debida al paso de unidades anglosajonas a internacionales (6 metros son unos 20.5 pies) o una mera exageración. En relación al ejemplar de Nuevo Brunswick, los conocedores consideran hoy día que debió ser un tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), variedad con un cuerpo parecido al del tiburón blanco y que es frecuente en aguas canadienses.

Retornando con Ellis y McCosker, éstos afirmaron en su libro que los tiburones blancos de mayor tamaño tienen cerca de los 6 metros de longitud, y que los reportes sobre ejemplares de 7 metros o más, aunque predominantes en la literatura popular, no existen en la científica. De forma irónica destacan el hecho de que, así como las supuestas anacondas y pitones de colosales tamaños, «estos [tiburones] enormes usualmente desaparecen cuando un observador sensato se acerca con una cinta métrica».

La mayor longitud que Ellis y McCosker estiman como cierta es la de un tiburón blanco de 64 metros atrapado en aguas de Cuba en 1945, pese a que ha sido señalado por otros estudiosos que su tamaño seguramente fue algo menor. El peso que se le atribuyó (pero no se confirmó) a este espécimen fue de 3.270 kilogramos. A partir de entonces se han reportado noticias de tiburones blancos mayores, empero Ellis y McCosker advierten que las mediciones son frecuentemente deficientes y, una vez corroboradas, sus resultados usualmente están entre los 6,1 y 6,4 metros.

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Por ejemplo, un gran número de publicaciones cuentan de un tiburón blanco hembra de 7 metros atrapado por Alfredo Cutajar en la isla de Malta, en 1987. En su texto, Ellis y McCosker admiten que este ejemplar aparentemente tenía tamaño superior al promedio, pero no estiman como verdadera el largo de 7,3 metros. En los siguientes años, otros especialistas igualmente han hallado razones para sospechar de este dato, en virtud de la discrepancia entre Cutajar y otros testigos al momento de referir las medidas.

Por último, un técnico fotográfico de la BBC determinó, tomando en cuenta al equívoco al que la perspectiva puede conducir en la fotografía del animal, que el tamaño auténtico del ejemplar se ubicaría alrededor de los 5,6 metros.​ Para abril de 2014 funcionarios del Ministerio de pesca australiano lograron atrapar y etiquetar a una enorme  hembra de tiburón blanco de cerca de 30 años de edad cuyas medidas fueron 5,3 metros de longitud y un peso de 1,6 toneladas. Dicha captura tuvo lugar en las proximidades de la isla Mistaken, a 400 kilómetros de Perth.​

Para agosto de 2015 fue registrada una colosal hembra que se llegó a conocer como Deep Blue en la isla Guadalupe en el Pacífico mexicano, la cual rebasó los seis metros de largo (20 pies)​ y se le estimó una edad aproximada de 50 años.​ Hoy en día, la mayor parte de de los expertos coinciden en que el mayor tamaño al que puede llegar un tiburón blanco es de aproximadamente unos 6 metros de longitud y de cerca de 1,9 toneladas de peso.

Los reportes acerca de tamaños aún mayores que éste usualmente se consideran dudosos y de acuerdo al Canadian Shark Research Centre (Centro Canadiense de Investigación del Tiburón), el gran tiburón blanco de mayor tamaño  debidamente mensurado fue una hembra atrapada en agosto de 1988 en la isla del Príncipe Eduardo, que alcanzó los 6.1 metros. El tiburón fue capturado por David McKendrick, un habitante local de Alberton, West Prince. McKendrick y un hombre denominado David Livingstone conservan el primer y segundo mayor diente de dicho tiburón.

En lo referente al peso se agrega un nuevo inconveniente, ya que este puede oscilar levemente de acuerdo a lo que el tiburón haya comido y de cuán recientemente lo hizo. Un animal adulto puede meterse en la boca hasta 14 kilogramos de carne de un sola dentellada, y acumular algunos más en su estómago hasta que acabe de digerirlos. Por este motivo, Ellis y McConker estiman probable que los tiburones blancos puedan lograr pesos de hasta 2 toneladas, pese a que el mayor de los que ellos han analizado «únicamente» pesaba 1,75 toneladas.

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El tiburón blanco de mayor peso que haya recibido reconocimiento de la Asociación Internacional de Pesca Deportiva (IGFA, en sus siglas en inglés) es un espécimen de 1.208 kilogramos atrapado por Alf Dean en 1959, al sur de Australia. Se han conocido muchos otros individuos mayores, pero la IGFA no los reconoce por haber sido atrapados sin el debido respeto a las normas exigidas por esta organización.

Distribución

El tiburón blanco habita sobre las áreas de plataforma continental, próximas al litoral, en la cuales el agua tiene menos profundidad. Es dichas áreas la abundante luz y la profusión de corrientes marinas hace que se concentren un mayor número de animales, lo que para este criatura significa una mayor afluencia de alimento. No obstante, se encuentran ausentes de los gélidos océanos ártico y antártico, pese a su enorme riqueza en plancton, peces y mamíferos marinos.

Los tiburones blancos cuentan con un avanzado metabolismo que les posibilita conservarse más calientes que el agua que les circunda, más no lo suficiente como para habitar estas regiones extremas. Estos rasgos metabólicos les posibilitan ocupar los sectores más superficiales del agua salada, pero asimismo sumergirse hasta los 1.000 metros de profundidad, en los cuales, sumado a la elevada presión y la carencia de nutrientes, la baja temperatura desempeña un rol esencial en la exclusión de especies, pudiendo así invadir un nicho térmico alterno.

Regiones con presencia habitual de tiburones blancos son las aguas de las Antillas Menores, ciertas áreas de las Antillas Mayores, el Golfo de México hasta Florida y Cuba, y la Costa Este de Estados Unidos a partir de allí hasta Terranova; la franja litoral de Rio Grande do Sul hasta la Patagonia, la del Pacífico de América del Norte (a partir de Baja California hasta el sur de Alaska, adonde arriban en años irregularmente cálidos) y del Sur (desde Panamá a Chile); archipiélagos del Pacífico como Hawái, Fiyi y Nueva Caledonia.

Asimismo son frecuentes en Australia (excluyendo a su costa norte, abundando en el resto), Tasmania y Nueva Zelanda, siendo muy común en el área de la gran barrera de coral; norte de Filipinas y todo el litoral asiático a partir de Hainan hasta Japón y la isla de Sajalín; Seychelles, Maldivas, Sudáfrica (en la cual es muy profuso) y las zonas próximas al delta de los ríos Congo y Volta; y la zona litoral desde Senegal a Inglaterra, con grupos apreciables en las islas Cabo Verde y Canarias, ingresando igualmente en los mares Mediterráneo y Rojo.

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No obstante, en el mar Mediterráneo, motivado a la sobre-explotación pesquera, a la virtual desaparición de la foca monje en el mediterráneo occidental y a la polución de las aguas, se ha aminorado de forma considerable la distribución de este ejemplar. De cualquier forma, parece que se mantiene cierta zona de cría, como lo es el Estrecho de Mesina o en el litoral turco del mar Egeo.

Por ende, la forma en que se encuentra distribuido coincide con el trayecto migratorio del atún rojo y el pez espada, la existencia de territorios de foca monje o tortugas marinas, así como con la disponibilidad de aguas de poca profundidad próximas a la costa, de allí que las regiones típicas de almadrabas estén vinculadas a la presencia histórica del tiburón blanco.

En base a ello, existen zonas apropiadas para a un probable avistamiento, en la región central del Mediterráneo (primordialmente en el mar de Sicilia, golfo de Trieste y península de Istria), al norte de la región occidental (esencialmente en el mar de Liguria, golfo de León y estrecho de Bonifacio) al igual que en el mar Egeo; en menor cuantía, en el mar Tirreno (alrededor de Nápoles), suroeste de Cerdeña, resto del mar Adriático, las Cícladas, la costa de Tracia o el estrecho del Bósforo.

En relación al litoral de España, históricamente igualmente ha sido habitual, en el levante español (golfo de Valencia, en Castellón, un individuo atrapado en 1962 y registrado por Asensi en 1977, islas Columbretes, con una captura que se documentó en 1878, o Vinaroz, en Alicante, particularmente en la isla de Tabarca con capturas registradas en 1879, 1887 y 1946 de acuerdo al archivo municipal de Alicante, y costa del Mar Menor), islas Baleares (en Mallorca en la Tramuntana, cabo de Ses Salines, Cabrera y cabo d’es Pinar, en Menorca su región norte, y en las islas Pitiusas en la zona de Es Freus).

Así como al norte de Cataluña, dentro del área de influencia del golfo de León, específicamente un ejemplar terminó varado en la playa de Mar Menuda en Tossa de Mar en 1992, al igual que otro ejemplar atrapado en 1912 en Vilasar de Mar y cuyos dientes fueron donados al Museo de zoología de Barcelona, y por último en Andalucía, primordialmente en la bahía de Almería y en el estrecho de Gibraltar, en particular en el litoral de Cádiz y en concreto Barbate.

En el Mediterráneo, la fecha en la que comienza a migrar el atún rojo coincide con el ingreso de atunes adultos entre primavera y verano, procedentes del litoral noroeste de los Estados Unidos, y con egreso del Mediterráneo en otoño. Los desplazamientos de jóvenes se reúnen en el Mediterráneo occidental y el mar Adriático, centralizándose la zona de reproducción en las islas Baleares y en el mar Tirreno.

En relación a España, a partir del año 2011 el tiburón blanco es una especie bajo protección, de acuerdo al Real Decreto 139/2011, lo que ocasiona que esta variedad esté regresando a las costas españolas, con avistamientos en el litoral del sureste peninsular, en particular en el litoral del cabo de Gata, en Almería, en las islas Columbretes, Castellón, y en el cabo de Formentor, en Mallorca. Igualmente, en recientes años se han localizado restos de atunes, delfines y tortugas marinas con dentelladas de tiburón blanco, lo que corrobora su restablecimiento en el mediterráneo español.

En ocasiones, esta especie puede llegar igualmente hasta aguas de Indonesia, Malasia, el mar de Ojotsk. Regularmente se mantiene a una relativa distancia de la línea litoral, aproximándose únicamente en aquellas áreas con particular concentración de atunes, focas, pingüinos u otros animales de costumbres costeras. Asimismo, usualmente permanece próximo a la superficie, aunque eventualmente baja hasta cerca de un kilómetro de profundidad.

En un investigación reciente, se evidenció que los enormes tiburones blancos de California emigran a un región entre Baja California y Hawái a la cual se denomina como «el Café del Tiburón Blanco», en la cual transcurren al menos un centenar de días al año antes de retornar a Baja California. En la travesía, nadan lentamente y se sumergen a unos 900 metros de profundidad. Tras su retorno, modifican su conducta y realizan inmersiones breves a unos 300 metros por unos 10 minutos. Otro ejemplar etiquetado del litoral de Sudáfrica llegó al litoral del sur de Australia y retornó en un período de un año.

Esto rebatió las tesis tradicionales que señalaban que los tiburones blancos son depredadores territoriales litorales y deja abierta la probabilidad de que hay una interacción entre agrupaciones de tiburón blanco a las que previamente se consideraban como independientes. Aún se ignora el motivo de su migración, atribuyéndosela a la alimentación estacional o la disponibilidad de zonas de acoplamiento. En una investigación semejante, a un gran tiburón blanco de Sudáfrica se le rastreó nadando a la costa noroeste de Australia y de vuelta al mismo lugar en Sudáfrica, una jornada de 20.000 kilómetros, en algo menos de nueve meses.

Alimentación

Los tiburones blancos son sumamente diferentes a las simples «máquinas de matar», que es la representación popular que de ellos se tiene y se ha convertido en leyenda. Para poder atrapar a los inmensos mamíferos marinos que conforman la base de la alimentación de los adultos, los tiburones blancos ponen en práctica su típica emboscada. Se ubican a unos cuantos metros por debajo de la presa, que nada en la superficie o próxima a ella, mostrando el color oscuro de su dorso para confundirse con el fondo e invisibilizarse así para sus víctimas.

Al llegar el instante de atacar, se desplazan a gran velocidad hacia arriba con poderosos movimientos de la cola y sus mandíbulas abiertas. El impacto lo siente la víctima en su vientre, al cual se aferra con fuerza el tiburón: si es una presa modesta como un león marino, la mata inmediatamente y luego la traga entera. Si su tamaño es mayor, arranca un gran pedazo de la misma que engulle por completo, ya que sus dientes no le posibilitan el masticado.

La presa puede resultar entonces muerta o agonizante, y el tiburón retornará para alimentarse de ella arrancándole un trozo detrás de otro. Estimulados por la aparición de sangre, el área se colmara prontamente de otros tiburones. En ciertas regiones del Pacífico, los tiburones blancos embisten con tanta potencia a las focas y leones marinos que llegan a elevarse un par de metros por encima del nivel del agua con su presa entre sus fauces, antes de zambullirse de nuevo.

La dieta del tiburón blanco en el mar Mediterráneo se fundamenta primordialmente en el atún rojo, emperadores, tortugas marinas, cetáceos y la foca monje, encontrándose esta última casi desparecida del mediterráneo occidental. En efecto en España, su aniquilación tuvo lugar a la par del desarrollo turístico. No era viable ofrecer a inicios del siglo XX, turismo de sol y playa, y simultáneamente dar protección a la foca monje y controlar la cantidad de tiburones blancos.

Las embestidas del tiburón blanco a los humanos en el Mediterráneo en la actualidad son sumamente raros, y distantes de la costa y a ciertas profundidades, no ocurriendo así años atrás. La mayor parte de los ataques tiene lugar al amanecer o bien al atardecer, pues en ambas ocasiones es cuando las profundidades no se pueden ver de forma adecuada. Apenas se aprecia la superficie, ya que los rayos solares a esa hora aún son débiles para llegar a las profundidades, lo que le otorga una ventaja al tiburón para agredir a su presa sin ser advertido.

Esta especie igualmente se alimenta de carroña, particularmente la que proviene de cadáveres de ballena a la deriva, de los que extraen enormes trozos. En las proximidades de las costas, los tiburones blancos tragan por equivocación gran número de objetos flotantes. Hasta matrículas de automóvil inclusive se han podido conseguir en sus estómagos. Así como a la hora de la cacería, el resto de su vida el gran tiburón blanco suele estar a solas. A veces se observan parejas o pequeñas agrupaciones moviéndose en busca de alimento, tarea que les conduce a recorrer centenares de kilómetros.

Aunque sobre todo nómadas, ciertos ejemplares optan por alimentarse en determinadas áreas costeras, como sucede en ciertas regiones de California, Sudáfrica y particularmente Australia. Los tiburones blancos jóvenes tienen como alimento primordialmente peces como rayas y otros tiburones, pero al ser adultos comen mamíferos marinos como focas, lobos y leones marinos esencialmente en costas californianas, pero en áreas donde no existen  pinnípedos atrapan delfines, marsopas y ocasionalmente zifios.

A sus presas las embisten por detrás, por arriba o por debajo para impedir ser ubicados por su ecolocalización, eventualmente atacan a otros cetáceos como cachalotes pigmeos y calderones. Igualmente se dedican a cazar pingüinos, tortugas marinas y se han conseguido nutrias marinas con dentelladas de tiburones en California.

Enemigos Naturales

Para los tiburones blancos, la orca puede constituirse en una amenaza. El 4 de octubre de 1997, en las aguas que rodean a las islas Farallón, una orca hembra de 6,50 metros, que los científicos conocían como Ca2, efectuó un ataque en contra de un tiburón blanco, en el cual el tiburón pereció. Se desconoce en realidad el autentico tamaño de aquel ejemplar puesto que resultó totalmente destrozado, aún así ciertos expertos conjeturan de que se trataba de un tiburón joven.

En contraste a lo que mucha gente considera, los enormes tiburones blancos adultos no sufren ataques de las orcas, las cuales van primordialmente por individuos jóvenes por ser de más fácil captura. Se estima que el ataque sucedido fue por rivalidad por las presas ya que las dos especies cuentan con las mismas costumbres alimentarias, de tal manera que los tiburones fueron relegados por las orcas a zonas en las que no se encuentren más de estos cetáceos.

Una región en la cual se superponen las dos especies es todo el litoral californiano, pero igualmente hay rivalidad en el Pacífico oeste, probablemente en Japón donde abundan las dos especies, el Atlántico suroeste, ciertas zonas de Australia y el Mediterráneo, y asimismo en aguas de Nueva Zelanda. Además de las orcas, los ejemplares jóvenes pueden ser presas de tiburones tigre, tiburones toro y cocodrilos de agua salada en el litoral australiano, ya que el canibalismo no es extraño a esta especie.

Reproducción

Pese a que solo existen unos pocos casos de hembras grávidas atrapadas, se puede asegurar que esta especie se inclina por reproducirse en aguas templadas, en época primaveral o veraniega, y es ovovivípara. Cuenta con un ciclo reproductivo pausado con embriones llamados oófagos: los huevos han de permanecer de 4 a 10 o quizás hasta 14 semanas en el útero hasta el momento de la eclosión.

Entonces tiene lugar el canibalismo intrauterino u Oofagia (los hermanos con mayor fuerza devoran a las crías más frágiles y a los huevos aún no abiertos) al igual como ocurre con otras especies de lámnidos. Se cree que el proceso de gestación de estos animales dura un año. De tres a cuatro crías de 12 decímetros de longitud y dientes aserrados alcanzan a salir al exterior en el parto y de inmediato se distancian de su madre para evitar que ésta las devore. A partir de entonces viven una existencia solitaria, desarrollándose a un ritmo sumamente rápido.

Llegan a los dos metros de longitud en su primer año de vida. Los machos, aunque de menor tamaño que las hembras, alcanzan la madurez sexual antes que éstas cuando llegan a un largo de 3.8 metros (a los cuatro años), pese a que según Compagno (1984), ciertos ejemplares podrían madurar de forma excepcional cuando aún miden apenas dos metros y medio. Se diferencian por unas prolongaciones de las aletas pélvicas que funcionan como órganos copuladores.

Las hembras no tienen capacidad de reproducirse hasta que miden de 4,5 a 5 metros de largo y se estima que son fértiles por un breve lapso de tiempo, lo que ocasiona que su tasa reproductiva sea pequeña. Se ignoran muchas cosas acerca de las vinculaciones intraespecíficas que se presentan en esta especie, y lo que tiene que ver con el apareamiento no es una excepción.

Es probable que éste tenga lugar más frecuentemente luego de que varios ejemplares compartan un gran banquete, como puede ser un cadáver de ballena. El tiempo promedio de vida de estos animales no se conoce exactamente, pero es posible que varíe de los 15 a 30 años. En enero de 2014 un grupo es estudiosos del Woods Holle Oceanographic Institution de Cape Cod, en Massachusetts, encabezados por el Dr. Li Ling Hamady, revelaron un estudio que se basaba en la datación con carbono 14 de las vértebras de distintos ejemplares (4 machos y 4 hembras) del noroeste del Atlántico en la publicación científica PLOS ONE.

En la referida investigación se concluyó que la esperanza de vida del tiburón blanco superaba los 70 años, tres veces por arriba de lo que previamente se calculaba, ya que el ejemplar de mayor edad, un macho, contaba con una edad de 73 años, entretanto que la hembra más madura tenía unos 40 años de edad. ​

Peligro de Extinción

A causa del vasto rango de distribución de este animal, no se hace posible conocer la cantidad de tiburones blancos que existen, pese a que sea una mera aproximación. Sin embargo, su baja concentración poblacional, aunada a su baja tasa reproductiva, su prolongada infancia y su baja expectativa de vida ocasionan que el tiburón blanco no sea un animal necesariamente abundante.

La pesca deportiva de esta especie, sin interés económico de por medio, se ha intensificado en las últimas tres décadas a causa, en gran medida, de la popularidad de filmes como Tiburón (Steven Spielberg, 1975) tanto así que se la cataloga como amenazada o en peligro de extinción en diversos sitios. La Lista Roja de la UICN incorporó al tiburón blanco por vez inicial en 1990 como especie no del todo conocida, y a partir de 1996 lo cataloga como vulnerable.​  El Apéndice II del la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) lo refiere como especie vulnerable si no se explota de forma racional.

Las medidas para su preservación han de aplicarse de forma obligada sobre las poblaciones en libertad, ya que la cría en cautiverio del tiburón blanco no es posible, a causa posiblemente del propio carácter nómada de la especie (se han recabado datos de ejemplares visitando de forma alternativa las playas de Sudáfrica y Australia, a 22.000 kilómetros de distancia). La única criatura que ha podido ser exhibida viva en un edificio fue una hembra joven denominada Sandy, que llego a vivir solo tres días del mes de agosto de 1980 en el acuario Steinhart de San Francisco.

Luego de apenas 72 horas de cautividad, Sandy tuvo que ser puesta en libertad luego de que dejara de alimentarse y se ocasionase severas heridas al chocar reiteradamente contra una de las paredes de su acuario. A posteriori llegó a descubrirse que lo que ocasionaba la atracción de Sandy a ese sitio en particular era una ínfima diferencia de 125 microvoltios (millonésimas de voltio) de potencial eléctrico entre esa pared y las otras del acuario.

La magnitud del campo eléctrico que Sandy reconocía era tan diminuta que no podía ser percibida por cualquiera de los otros animales que estaban en el mismo tanque de agua, entre los que se incluía distintos tiburones de otras especies. Hasta la fecha no existe ninguna prórroga legal internacional acerca de la pesca del tiburón blanco, pese a que ésta se encuentra prohibida en ciertas zonas de su distribución.

El tiburón blanco es una especie bajo protección en California, la Costa Este de Estados Unidos, el Golfo de México, Namibia, Sudáfrica, Maldivas, Israel y ciertas partes de Australia (Australia Meridional, Nueva Gales del Sur, Tasmania y Queensland). La Convención de Barcelona lo cataloga como una especie amenazada en el Mediterráneo, pero casi ningún nación con salida a este mar ha establecido medida alguna en pro de su preservación.

Genoma y Cáncer

El genoma del tiburón cuenta con una cantidad de cromosomas 2N=82, con una extensión total de 3,92 Gpb y 24.500 genes predichos. El 58% de las secuencias conforman secuencias de reiteración. Posee unas dimensiones semejantes en comparación con otros vertebrados, como es el caso de los humanos, con un genoma de 3,2 Gpb y 20.000 genes reseñados, aunque organizado en un número cromosómico de 2N=23 y con un número inferior de secuencias reiteradas.

En el genoma del tiburón se consideraron cercad de 3 millones de SNPs o variantes de un solo nucleótido, que, equiparado con el ser humano, que puede contar con hasta 5 millones de SNPs, conforma un número más o menos pequeño. Esto se puede deber a la acentuada consistencia genómica que identifica al tiburón blanco. Hay informes puntuales acerca de la capacidad de los Elasmobránquios para impedir el desarrollo de tumores en sus células.

No obstante, es un hecho sin corroborar a causa de la carencia de estudios sistemáticos acerca de la cuestión. Una de las primordiales características del cáncer, que aqueja tanto a la iniciación como al desarrollo del tumor, es la falta de estabilidad genómica que tienen las células malignas. A lo extenso de la vida útil de un organismo, su genoma se encuentra amenazado por procesos exógenos, endógenos y celulares que pueden ocasionar daño al ADN con lo que se comprometería la integridad del genoma.

La consecuencia de este grupo de presiones selectivas continuas ha sido el desarrollo de mecanismos de defensa para neutralizar los efectos perjudiciales de estos sucesos y resguardar la información genética. Las deficiencias en estos mecanismos, además de desbalancear las secuencias genómicas, puede desatar padecimientos neurodegenerativas y envejecimiento precoz.

Los análisis de secuenciación en masa de muestras de ADN del diversos especímenes de tiburón blanco han evidenciado que, a lo largo de su trayectoria evolutiva, se han elegido de forma positiva diversos subconjuntos de genes vinculados con la estabilidad del genoma. La mayor parte de los genes escogidos tienen vinculación directa con la reacción al daño en el ADN y la reparación del mismo.

En segundo lugar se ha confirmado la escogencia positiva de otro subconjunto de genes, vinculado con la ubiquitinación de proteínas. La ubiquitinación de proteínas es parte de un amplio espectro de procesos, como es la degradación proteica, pero igualmente hay una vasta evidencia de la relevancia de la ubiquitinación y la desubiquitinación en el entorno de la estabilidad del genoma.

A la preservación de sus secuencias en los genes vinculados con los mecanismos de reparación, hay que agregarle que, al comparársele con otros vertebrados como los humanos, los Elasmobranquios cuentan con una mayor proporción de genes vinculados a la reparación del ADN, el control de la apoptosis y el control negativo de los procesos proliferativos celulares, en los que están involucradas proteínas de la ruta de señalización wtn y Tp53, trascendentales en el control del ciclo celular. Este enriquecimiento de secuencias señala la difícil regulación de tales procesos.

Ha de merecer una referencia aparte el enriquecimiento y la preservación de secuencias de alteraciones histónicas, pues son propias del tiburón blanco y no se han reconocido hasta la actualidad en ningún otro Elasmobranquio. Las Histonas juegan un rol fundamental en el empaquetamiento genómico. Pese a que se conoce menos, son parte activa del mantenimiento de la estabilidad genómica.

Ciertas alteraciones histónicas, como la fosforilación de H2AX 21​ o la acetilación de H3K56 22​ desempeñan un rol esencial en la reacción a daños en el ADN. Las proteínas que realizan tales funciones, y consecuentemente, estas alteraciones, se hallan enriquecidas y preservadas en este organismo, facilitando la conservación genómica del tiburón blanco

De forma anecdótica se han reseñado medios de cultivo generados en base al tejido epigonal de Elasmobranquios con capacidad de desplegar una actividad citotóxica de cara a células tumorales de origen humano, desatando un deceso celular programado o apoptosis en estas células objetivo. Se hacen necesarios muchos más análisis sobre la  protección de los Elasmobranquios para poder resguardar su baja influencia frente a procesos tumorales, empero estos datos aludidos alientan a proseguir con esta línea de investigación, con el objetivo de desarrollar probables tratamientos anticancerígenas en el futuro.

Piel y Cicatrización de Heridas

La piel de los tiburones conforma un atributo adaptativo extraordinario en el mundo acuático por diversas razones. Es una piel de gran rudeza al comparársele con otros vertebrados, a causa del elevado grado de queratinización de esta capa. Esto se constituye en una ventaja a la hora de producirse heridas superficiales.

Adicionalmente, las escamas que constituyen la piel poseen una forma de diente y están dispuestas de forma superpuesta, de tal modo que significan un beneficio hidrodinámico al aminorar la fluidez del agua por su superficie, lo que les facilita atenuar la fricción del organismo con el medio, cuya consecuencia en un menor gasto energético y una rapidez mayor a la hora del nado.

El aspecto de estas escamas les concede otra ventaja adaptativa: el desarrollo de unas nanoconformaciones de crestas y valles que ocasionan un gasto energético exagerado para las bacterias que se asienten sobre su superficie. La variación de tensión superficial es de tal grado que numerosas bacterias no alcanzan a sobrevivir en este medio por no poder enfrentar al gasto energético que implica, conformando dicho sistema una especie de barrera inmunológica estupenda.

Como métodos de Secuenciación del ADN se han reconocido procesos de selección positiva y mejoramiento de genes vinculados con la cicatrización de heridas. Las series de los genes FFG, EXTL-2 y KRT18 se hayan altamente preservadas en esta especie. El gen FFG realiza el codificado para la proteína Fibrinógeno que hace parte en la conformación de coágulos sanguíneos.

EXTL-2 realiza el mismo proceso para la proteína exostosina-1, una glicosil-transferasa que se encuentra en la biosíntesis de heparan sulfato, elemento clave en la conformación de vasos sanguíneos. KRT-18 codifica para el colágeno XVIII, una proteína de la familia de las queratinas que sirve de apoyo mecánico frente al desarrollo de heridas además de desempeñar un rol de importancia en su cicatrización. ​

Adicionalmente, se han secuenciado otras series enriquecidas en lo atinente a la conformación de vasos sanguíneos. La Angiogénesis es un proceso mediante el cual se constituyen los vasos sanguíneos en base a una red vascular ya existente. Conforma un hecho esencial para los procesos de cicatrización de heridas al aportar oxígeno y nutrientes a las células que se hallen en esta zona, además de desechar sus sustancias de desecho.

Para tal fin, hay una serie de factores de crecimiento producidos por las células de ese ambiente que fomentan la conformación de dichos vasos sanguíneos, viniendo a ser las células de la pared endotelial adyacente las que reciben tales factores, encargados de dar inicio a este proceso de conformación.

En el tiburón blanco se hayan enriquecidas las series de los factores de crecimiento endotelial vascular VEGF y su receptor VEGFR-2. Igualmente se hayan enriquecidas series que codifican para FGF (crecimiento de los fibroblastos) y EGFR, que conforma un receptor de membrana para el factor de crecimiento epidérmico EGF.

​Relación con los Humanos

La interacción del tiburón blanco con los humanos es de larga data, no solo en lo referente a cuando ha sido víctima de la pesca sino cuando los humanos hemos sido presa de sus ataques no solo a las mismas personas sino a sus embarcaciones. Igualmente y, pese a no ser del todo cierto, lo hemos representado a nivel mediático como una criatura sumamente agresiva y que no se detiene ante nada.

Ataques contra Humanos

Pese a que no sea fácil de creer debido a la leyenda urbana tan persistente en su contra, los ataques de tiburones hacia personas son sumamente raros. Como parte de ellos, los del tiburón blanco se pueden estimar como anecdóticos al equiparárseles con los del tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) o el tiburón toro (Carcharhinus leucas), siendo éste último una especie que puede inclusive remontar grandes ríos (Misisipi, Amazonas, Zambeze, etc.) y agredir a las personas a unos cuantos kilómetros del mar.

Sin embargo, las muertes ocasionadas por estas tres variedades de tiburón en su conjunto son menores a las producidas por serpientes marinas y cocodrilos a lo largo de un año, e inclusive menos que los decesos atribuidos a animales al parecer tan inofensivos como abejas, avispas e hipopótamos. Se estima que es más probable perecer de un ataque al corazón en alta mar que por la embestida de un tiburón.

Como lo mencionó el biólogo Douglas Long, en Estados Unidos (en cuya Costa Oeste reside una significativa concentración de jaquetones) «perecen muchas más personas cada año por ataques de perros que las que has fallecido a causa de tiburones blancos en el último siglo».​ En aquellas áreas en las que la presencia del gran blanco no es tan profusa, los ataques muestran cantidades realmente irrisorias: por ejemplo, en todo el Mediterráneo únicamente se han corroborado 31 ataques de tiburones contra personas en los últimos dos siglos, en su mayor parte sin consecuencias mortales.

En España, la cantidad es de cuatro ataques desde la segunda parte del siglo XIX (pese a que el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón ISAF únicamente reconoce dos como sobradamente probados)​ sin que alguno de ellos fuese de índole mortal. Para estos dos últimos casos, tales cifras ni siquiera son referidas a ataques del tiburón blanco en específico, sino al conjunto de todas las variedades de tiburones. La misma ISAF, calcula un total de 314 ataques de tiburón blanco a nivel global, desde 1580 hasta el día de hoy.

Según algunos científicos estadounidenses, la cantidad de ataques de tiburones blancos a nivel mundial entre 1926 y 1991 sería de 115, ubicándose California, Australia y Sudáfrica como los lugares con mayores registros. Es sumamente ilustrativo el que en las aguas sudafricanas, plagadas de tiburones, la cantidad de ataques de tiburones blancos a partir de 1940 sea de apenas 29, en contraste a las 89 agresiones perpetradas por tiburones toro. En California se calcula cerca de una víctima letal por ataque de tiburón blanco cada lustro.

Esta carencia de ataques, particularmente mortales, es debido a que la mayor parte de los tiburones en general y los blancos en específico no tienen a los humanos como genuinas presas potenciales. En efecto, es probable que el sabor de la carne humana les resulte inclusive algo repugnante, y por supuesto que les es mucho menos nutritiva y de más dificultosa digestión que la de ballena o foca, dotadas de gran cantidad de grasa.

Gran parte de los ataques del tiburón blanco se basan en una única mordida, tras la cual el animal se aparta llevándose en escasas oportunidades algún pedazo de la desdichada víctima (primordialmente pies y piernas). Estas embestidas pueden ser debido a tres posibles motivos:

  • El tiburón no agrede a la víctima con pretensión de comérsela, sino debido a que la estima como un intruso en su diario accionar al que deduce como una amenaza potencial. Por lo tanto, la dentellada y posterior repliegue no sería más que una sencilla aunque exagerada «advertencia».
  • El animal se siente confundido ante algo que jamás ha observado previamente e ignora si se puede comer o no. Por ende, la breve embestida es una clase de «mordisco-prueba» con el que procura reconocer si le es conveniente alimentarse en el futuro de ese nuevo componente de su mundo. El probable sabor desagradable y trastornos digestivos ulteriores provocarán que el tiburón no cace humanos luego de esta experiencia.
  • El tiburón podría confundir a la víctima con su comida normal. Lo anterior explicaría gran parte de las embestidas contra bañistas y surfistas en California, por ejemplo, ya que al ser vistos desde abajo resultarían bastante semejantes a un león marino que emerge para respirar aire o que se mueve con gran rapidez cerca de la superficie del agua. Los ataques reportados contra modestas embarcaciones pesqueras y de recreo podrían ser explicados como que el tiburón confunde a éstas con los cuerpos de cetáceos de tamaño mediano o cadáveres de elefantes marinos a la deriva.

Debido a la naturaleza del ataque, la persona que es víctima perece en muy contadas oportunidades durante el mismo. Cuando acontece así, la mayor parte de las veces es por la pérdida masiva de sangre, que debe impedirse lo más pronto posible. Cuando se libera sangre en el agua, otros tiburones y peces carnívoros de variadas especies, pueden ser atraídos igualmente y pueden verse provocados a hacer sus propios «mordiscos de prueba», para desdicha de la víctima.

Dado lo anterior, el riesgo de ataque siempre va a existir, por remoto que pueda parecer. No deja de ser interesante el hecho de que el 80 % de los decesos ocasionados por tiburones blancos tuviesen lugar en aguas muy cálidas, casi ecuatoriales, cuando la mayor parte de estos animales habita en zonas templadas. Esto se puede deber posiblemente a que una gran proporción de tiburones blancos son jóvenes y crías, que requieren de las aguas templadas para su desarrollo, entretanto que en las áreas más cálidas sólo se aventuran los individuos de mayor tamaño y más viejos, que manifiestan mayor violencia y peligrosidad.

Se ha realizado el diseño y ensayo de variados métodos para impedir las heridas por mordida de tiburón blanco en caso de un ataque súbito, entre los que se hallan repelentes químicos, corazas de malla metálicas que se sobreponen a los trajes de buceo y equipos que producen un campo eléctrico alrededor del buzo o surfista para desorientar a cualquier tiburón que se acerque, ya que alteran la información que éstos reciben a través de sus ampollas de Lorenzini que les sirven para captar variaciones eléctricas.

No obstante, y por muy eficaces que resulten ser estos métodos, es obvio que lo mejor a la hora de impedir ataques es no incurrir en temeridades como distanciarse mucho de la costa, nadar a solas o en las iniciales y postreras horas del día, nadar en áreas con gran profusión de pinnípedos (alimentos básicos de los tiburones blancos adultos) o, obviamente, aproximarse de forma intencional a un ejemplar, particularmente si es de gran tamaño.

Al bucear en las cercanías de las islas de Cabo Verde, el oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau y un acompañante suyo se consiguieron casualmente con un enorme tiburón blanco. «[Su] respuesta fue la que menos podíamos habernos imaginado, señala Cousteau. Aterrorizado, el monstruo expelió una nube de excremento y se distanció con increíble rapidez.» Concluyó así: «Al meditar sobre todas las vivencias que hemos experimentado con el tiburón blanco, siempre me he sentido atraído por el gran abismo que existe entre lo que el público figura y lo que confirmamos que realmente es».

Ataques a los Barcos

Los tiburones blancos embisten muy raramente aunque en ocasiones inclusive hunden barcos. Apenas cinco de los 108 ataques de tiburón, sin provocación aparente, que se reportaron en el litoral del Pacífico a lo largo del siglo XX, han sido a personas que navegaban en kayak.​ En ciertos casos han embestido a embarcaciones de hasta 10 metros (33 pies) de largo. Han colisionado o golpeado a la gente por la borda, pese a que generalmente atacan el barco desde la popa. Hubo un caso, en 1936, de un gran tiburón que atacó al barco pesquero Lucky Jim en la costa Sudafricana, golpeando a uno de los marineros en el mar.​

El Tiburón Blanco en la Ficción

A los tiburones blancos se les presenta como la encarnación del peligro en ciertas culturas y se les da la denominación de «devoradores de hombres» en diferentes lenguas, particularmente en la región del Caribe. Sin embargo, la actual representación popular del tiburón blanco como el exterminador del mar por excelencia no tendría sentido (o no estaría tan diseminada) de no ser por lo comercialmente exitoso que fue el filme Tiburón en 1975.

La película se basaba en la novela del mismo nombre de 1974 del autor estadounidense Peter Benchley, que se refería vagamente a un evento histórico: el fallecimiento de cuatro personas y la amputación de otras ocurridas a lo largo de la ola de embestidas de tiburón de Nueva Jersey de 1916. No obstante, en la actualidad se estima como más probable que quienes causaron dichos ataques fueron varios tiburones y no producto de un específico asesino en serie.

Al parecer tampoco es evidente que el tiburón (o tiburones) fuese blanco, indicando como probables culpables a las especies Carcharhinus plumbeus y Carcharhinus leucas. Este filme provocó gran psicosis alrededor del tiburón blanco.

En el filme fueron agregadas ciertas referencias en boca del capitán Quint al infortunio del USS Indianapolis, una nave que fue hundida en 1945 en el Pacífico luego de ser impactada por un torpedo japonés, y cuyos sobrevivientes tuvieron que permanecer en el agua por cinco días entretanto eran castigados por el calor, la carencia de agua y los embates de los tiburones, que en esta ocasión tampoco fueron identificados como tiburones blancos, sino como de la especie Carcharhinus longimanus.

El libro y después el filme implantaron una serie de clichés que a partir de entonces se han reiterado en el cine de «monstruos asesinos», tanto de tierra como de agua, y que en numerosas ocasiones no compaginan con los atributos reales de la primordial especie perjudicada, el tiburón blanco. Esto ha servido para establecer una serie de nociones e inexactas creencias alrededor de esta especie, que el mismísimo Benchley, quien escribió la novela, ha asegurado que jamás la hubiese escrito de haber sabido cómo eran verdaderamente los hábitos de los tiburones blancos.

Tiburón fue un resonante éxito comercial, tanto así que llegó a ser el primer filme en rebasar los 100 millones de dólares de taquilla reemplazando a El Padrino (The Godfather 1972) como película que mayor cantidad de dinero había recaudado en la Historia. Dicha posición no le fue arrebatada hasta el debut de Star Wars (1977) y su conmoción sobre el público fue de tal magnitud que se incrementaron los casos de acuafobia y el temor a los tiburones en todo el planeta.

Inclusive se redujo el nivel del flujo turístico a las playas a lo largo de una buena temporada. Por otro lado, algunas personas empezaron a pescar tiburones blancos de manera intensiva, ansiosas de emular a Martin Brody y el capitán Quint, lo que provocó una caída considerable de las poblaciones de esta criatura. La leyenda de Tiburón se eternizó en los medios de comunicación, y su influjo se puede observar en series televisivas, tiras cómicas e inclusive juegos de video como Tomb Raider o Jaws: Unleashed.

Gran cantidad de otros filmes reiteraron la fórmula que condujo al éxito a su antecesora, entre las que contamos con las siguientes:

  • Tiburón 2 (Jaws 2, 1978): un desconocido tiburón blanco colosal vuelve a encontrarse con Martin Brody en su pueblo nativo.
  • El Último Tiburón (1981): resonante copia italiana de Tiburón, con un relato casi idéntico a ésta. Fue  distribuida en España con el falso nombre de Tiburón 3.
  • Tiburón 3 (denominada igualmente como Jaws 3-D, El Gran Tiburón, Tiburón 3-D): fue la precursora en utilizar la tecnología 3-D, reproduciendo el ataque de una colosal madre tiburón a un parque acuático de Florida en el cual ha sido encerrada su cría (un caso que jamás ocurriría en la realidad). El personaje principal es el hijo de mayor edad de Brody.
  • Tiburón, La Venganza (Jaws: The Revenge, 1987): tras negarse el actor Roy Scheider a volver a hacer el personaje de Martin Brody (ya lo tuvo que hacer en Tiburón 2 a disgusto y forzado por el contrato), éste fue «asesinado» con un infarto al corazón y el rol protagonista fue traspasado a su viuda, la que fue igualmente  hostigada por un tiburón blanco.
  • Shark Attack (1999): realización televisiva que reproduce una sucesión de ataques en una aldea de África.
  • Shark Attack 2 (2001): continuación de Shark Attack.
  • 12 Days Of Terror (2004): relata los 12 días a lo largo de los cuales los pobladores de la costa de Nueva Jersey estuvieron bajo los constantes ataques de un tiburón blanco.

Los novedosos filmes de animación «Buscando a Nemo» (Finding Nemo, 2003) y «El espantatiburones» (Shark Tale, 2004) incorporan personajes cómicos representados por tiburones blancos. En el primero, el tiburón Bruce (evidente alusión al tiburón mecánico de Jaws) es vegetariano y concurre a una clase de reuniones para ex-carnívoros en la cual busca deshacerse de su adicción a comer animales, pero padece una recaída al percibir el olor de sangre en el agua.

En el segundo filme, los tiburones son una clase de mafiosos de los océanos encabezados por su particular Padrino blanco, Don Lino, a los que está enfrentado el pez protagonista, Óscar. Éste, a su vez, cuenta con la ayuda del tiburón Lenny, hijo de Don Lino e igualmente vegetariano. Aunque evidentemente en base a Tiburón, se han realizado otras películas con argumento parecido pero sustituyendo al tiburón blanco con otras variedades de tiburones (tiburones tigre, tiburones toro o marrajos, como ocurre en el filme Deep Blue Sea) u otras criaturas marinas (orcas, barracudas, etc.) o de ríos (pirañas o cocodrilos) para encantar al público.

El Temido Tiburón Blanco y su Sorprendente Dieta

Con el estudio inicial acerca de la alimentación de los enormes tiburones blancos en el litoral este de Australia se descubre que este temido depredador invierte más tiempo comiendo en las profundidades del fondo marino de lo que se esperaba.

«En los estómagos de los tiburones conseguimos remanentes de una diversidad de especies marinas que usualmente moran en el fondo oceánico o se encuentran sepultadas en la arena. Esto nos señala que los tiburones con seguridad invierten una buena parte de su tiempo comiendo justo por arriba del fondo marino», indicó el autor principal Richard Grainger, un aspirante al doctorado en la Facultad de Ciencias de la Vida y el Medio Ambiente de la Universidad de Sydney.

«La imagen de la aleta dorsal de un tiburón emergiendo en la superficie del mar entretanto caza posiblemente no sea una representación muy exacta», señaló. La investigación, hecha pública en el Día Mundial de los Océanos en la revista Frontiers in Marine Science, es un aporte de relevancia para entender la alimentación y las costumbres  migratorias de los tiburones.

El doctor Vic Peddemors, quien co-escribió el estudio y es parte del Departamento de Industrias Primarias (Pesca) de Nueva Gales del Sur, explicó: «Hallamos que pese a que los peces de aguas medias, particularmente el salmón del oriente de Australia, eran la presa preponderante para los tiburones blancos jóvenes, el contenido de sus estómagos ha develado que estos tiburones igualmente se alimentan en o en las proximidades del fondo marino».

Grainger asimismo apuntó: «Lo hallado concuerda con los datos recabados de tiburones blancos marcados que demostraron que transcurren bastante tiempo a grandes profundidades». La investigación analizó lo que contenía el estomago de 40 tiburones blancos jóvenes (Carcharodon carcharias) atrapados en el Programa NSW Shark Meshing. Los científicos equipararon esto con los datos reportados en otros lugares del mundo, primordialmente en Sudáfrica, para constituir un cuadro nutricional para la especie.

«El entendimiento de los objetivos nutricionales de estos carnívoros crípticos y cómo se vinculan con los patrones migratorios nos aportará una idea de lo que provoca el conflicto entre humanos y tiburones y cómo se le puede dar una mejor protección a esta especie», afirmó el doctor Gabriel Machovsky Capuska, experto asociado de Investigación Senior en Charles Perkins Center y coautor del estudio.

Grainger aseguró: «Los tiburones blancos cuenta con una dieta diversa. Sumado al pez salmón del oriente de Australia, se pudo conseguir evidencia de otras variedades óseas, como anguilas, merlán, salmonetes y nabos. Se pudo descubrir que las rayas igualmente eran un integrante de importancia en su dieta, entre las que se incluyen manta rayas y rayas eléctricas.

«Esto coincide con numerosos otros estudios que se han hecho que demuestran que las criaturas salvajes, entre los que se incluyen los depredadores, eligen dietas balanceadas con precisión para complacer sus requerimientos de nutrientes», agregó el coautor, el profesor David Raubenheimer, presidente de Ecología Nutricional en la Escuela de Vida y Ciencias Ambientales. El monitoreo de los tiburones blancos evidencia que migran de forma estacional a lo largo del litoral oriental de Australia a partir del sur de Queensland hasta el norte de Tasmania, y el rango de desplazamiento se incrementa con la edad.

El Tiburón Blanco del Mediterráneo en Peligro de Extinción

Pese a haber controlado el mar Mediterráneo por cerca de 3,2 millones de años, el tiburón blanco de esta zona se encontraría en peligro de desaparecer a causa de su poca diversidad genética, de acuerdo a una investigación que ha estudiado su ADN.

El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) es el pez carnívoro de mayor tamaño del planeta, con evidencias de ejemplares que podían haber superado los seis metros de largo y logrado pesar alrededor de una tonelada. Tales características lo han llevado a estar presente inclusive en el pequeño mar Mediterráneo, el cual ha poblado desde hace unos 3,2 millones de años. No obstante, y pese a su trayectoria, es probable que estos tiburones pasen a ser solo una parte más de la historia de nuestro mar.

Según un estudio, hecho público en la revista Journal of Biogeography, que ha estudiado a fondo el ADN de esta criatura, el gran tiburón blanco del mar Mediterráneo se encuentra en riesgo de desaparecer. Los tiburones blancos del Mediterráneo, habitualmente han sido poco estudiados ya que padecieron una considerable reducción poblacional en el siglo pasado.

Por lo que, los expertos de este estudio procuraron superar este inconveniente acudiendo a museos y colecciones privadas que preservan artefactos históricos elaborados a partir de tiburones blancos, como dientes, mandíbulas y vértebras de las últimos dos centurias. Merced a las tecnologías más novedosas con la capacidad de analizar el genoma antiguo, se pudo secuenciar el ADN mitocondrial de diferentes tiburones blancos del Mediterráneo y posteriormente equipararlo con otras poblaciones de tiburones que residen en otras regiones.

De esta forma, lograron conocer que el gradiente de variabilidad genética entre sujetos de esta especie de tiburón blanco es sumamente ínfima y, por ende, se encuentran en peligro: “La agrupación de tiburones blancos del Mediterráneo es posiblemente una modesta comunidad en peligro de desaparecer“, precisó Agostino Leone, académico de la Universidad de Bolonia y autor inicial del estudio.

“Para su salvación a tiempo, es esencial proceder con rapidez: su desaparición sería dañina para el balance ecológico del mar Mediterráneo, al igual que para la situación global ya sumamente inestable de estos magníficos depredadores marinos”, sugirió. Al estudiar y comparar distintos especímenes, el equipo pudo conseguir adicionalmente otros datos de importancia, como que los tiburones blancos del Mediterráneo empezaron a evolucionar de forma distinta a otras poblaciones afines aproximadamente hace unos 3,2 millones de años.

“Lo anterior evidencia básicamente que las tesis acerca de los tiburones ocupando el Mediterráneo unos 450.000 años atrás son erróneas”, aseguró Agostino Leone. Cabe concluir que este dato posibilitó corroborar que estos tiburones blancos están más vinculados con los que pueblan el Océano Pacífico que los que residen en el Océano Atlántico, una semejanza que únicamente se puede explicar siguiendo la ruta de colonización del depredador a través de los mares.

De acuerdo a los estudiosos, los tiburones blancos mediterráneos tuvieron su origen a partir de los provenientes del Océano Pacífico ya que estos últimos atravesaron al Atlántico por medio de la ruta fluvial centroamericana, previamente a que se formara el istmo de Panamá, y por último arribaron al mar Mediterráneo.

Unos 3,5 millones de años atrás, la conformación del istmo de Panamá obstruyó la ruta fluvial entre América del Norte y América del Sur, lo que acarreó una sucesión de alteraciones drásticas en el clima del Océano Atlántico y, como consecuencia, cuantiosas especies de peces desaparecieron. El tiburón blanco pudo haber sido parte de ellos. Merced a dicho evento, el Atlántico sufrió una repoblación más o menos reciente de tiburones blancos, quizás a causa de las olas migratorias de tiburones blancos de Sudáfrica, de allí la divergencia genética entre ellos y los ejemplares blancos del Mediterráneo.

El Ancestro del Gran Tiburón Blanco

Con apenas un metro de largo, un equipo de investigadores austriacos ha establecido que existió en el Jurásico Medio y que, pese a su tamaño, lo estiman como antecesor del tiburón blanco del presente por la estructura de sus dientes, la cual es única. Los tiburones caballa (Lamniformes) son una agrupación conformada por algunos de los ejemplares más representativos que se conocen, entre los que se incluyen el tiburón mako (el más veloz del planeta), el gran tiburón blanco y Megalodon, el tiburón depredador de mayor tamaño que jamás haya atravesado los océanos.

En la actualidad, y como reseña en la revista Scientific Reports, Patrick Jambura, de la Universidad de Viena, quien funge de coordinador de un equipo internacional de expertos, han localizado un rasgo único en los dientes de estos carnívoros, lo que les posibilitó rastrear la procedencia de este grupo hasta un modesto tiburón bentónico del Jurásico Medio. Parecido a los de los humanos, los dientes del tiburón se componen de dos estructuras mineralizadas: un recubrimiento rígido de tejido y un núcleo de dentina. De acuerdo a su estructura, se diferencian en dos tipos distintos: ortodentina y osteodentina.

La ortodentina tiene una apariencia muy compacta y es parecida a la dentina que podemos conseguir en los dientes humanos. En la dentadura del tiburón, la ortodentina está limitada a la corona del diente. Por el contrario, la otra clase de dentina es de aspecto esponjoso y se asemeja al hueso verdadero y, por ende, se denomina osteodentina. Se le puede hallar en la raíz, aferrando el diente a la mandíbula y en ciertas especies igualmente en la corona dental en la cual sirve de soporte a la ortodentina.

Empleando tomografías computarizadas de elevada resolución, Patrick Jambura y su equipo analizaron la constitución de los dientes del gran tiburón blanco y sus parientes y consiguieron una condición singular de los dientes de los integrantes de esta agrupación: la osteodentina de las raíces se entremete en la corona y sustituye a la ortodentina. Esta situación no se ha visto en ningún otro tiburón, la totalidad de los cuales cuentan con ortodentina hasta cierto nivel y, por ende, se restringe a los integrantes de esta agrupación.

Otra especie que fue examinada fue el tiburón fósil Palaeocarcharias stromeri, que se encuentra adecuadamente representado por esqueletos íntegros de la famosa Solnhofen Plattenkalk (arcillas tableadas de Solnhofen), de unos 150 millones de años atrás, al sur de Alemania. El descubrimiento de mayor antigüedad de esta especie es del período del Jurásico Medio (alrededor de unos 165 millones de años atrás) y no detentaba mucho en común con los tiburones caballa de la actualidad.

El ancestro del tiburón blanco fue un modesto tiburón béntico de gran lentitud, que no sobrepasaba un largo de más de un metro y al parecer se alimentaba de peces chicos en aguas de poca profundidad. Hasta la actualidad, su asociación ha sido todo un misterio para los investigadores, ya que el aspecto de su cuerpo se parece al de un tiburón alfombra, al tanto que sus dientes como colmillos son semejantes a los de los tiburones caballa. El estudio de la microestructura dental llevó a la determinación de la misma composición dental exclusiva que se consigue únicamente en los enormes tiburones blancos y sus parientes.

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